Continuando con los posteos e información acerca del segmento belga, queremos compartir en esta ocasión un breve recorrido histórico acerca de los principales acontecimientos en la cultura de cerveza belga. Si no tuviste oportunidad de verlo, hemos dedicado anteriormente un post explicando la diferencia entre cervezas de abadía y trapenses, así como otro post explicando el por qué de la singularidad y particularidad de las cervezas de estilo belga.
La historia de la cerveza belga es realmente interesante y variada. Existen unas 180 cervecerías en el país, de grandes industrias internacionales a pequeñas destilerías artesanas. Para fines de 2011, había aproximadamente 1.150 cervezas belgas originales.
La cerveza llegó proveniente de la Mesopotamia a la zona de Galia a través de la edad Media y con las abadías donde comienza a perfeccionarse. Con permiso de la Iglesia Católica, algunas abadías francesas y flamencas elaboraban y distribuían cerveza como forma de financiación. La cerveza de poca graduación de la época se consideraba una opción más sana que el agua, no siempre potable. Los ahora tradicionales métodos de elaboración evolucionaron, bajo supervisión de las abadías, durante los siguientes siete siglos.
En estas épocas, los cerveceros, excepto las abadías, debían pagar impuestos por el ‘gruit’ o hierbas aromáticas utilizadas para la cerveza (aún no se utilizaba el lúpulo). Es en el siglo XI donde la abadía de Affligem juega un papel importante en la introducción del lúpulo en la fabricación cervecera de Flandes.
En el siglo XVIII, los monasterios trapenses que hoy elaboran cervezas en Bélgica estaban ocupados por monjes que huían de la Revolución francesa. No obstante, la primera cervecería trapista de Bélgica, la de Westmalle, no comenzó a operar hasta el 10 de diciembre de 1836, casi 50 años después de la Revolución Francesa.
Las dos guerras mundiales y la crisis de los años 30 supusieron un duro golpe para las fábricas de cerveza belgas: de las 3.200 fábricas que había antes de la I Guerra Mundial quedaron 775 en 1946. Muchos estilos corrieron riesgo de desaparecer y algunos inclusos dejaron de fabricarse para ser “resucitados” más adelante con la revolución cervecera de años posteriores.
Es en 1977, en donde el gurú cervecero británico Michael Jackson pone en relieve la importancia y calidad de la cerveza belga a través de sus escritos y contenidos televisivos. A través de este movimiento comienzan a volver al ruedo diversos estilos que estaban abandonados.